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Más allá del Marketing Político

“No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón:
todo el mundo está convencido de tener suficiente”. R. Descartes

¡Es idéntico al papá!, no, ¡se parece a la mamá!... es una común expresión de cariño para recibir un “nuevo ser”. Pero no importa a quien se parezca, pues lo realmente cierto e irrefutable, es que es “otro ser”, una tercera persona, diferente, particular e irrepetible y -sobre todo- distinta de sus progenitores.

Eso mismo pasa con el Marketing Político: a pesar de que la Mercadotecnia y la Ciencia Política son sus áreas generatrices, el resultado NO puede ser una mezcla balanceada de esas dos disciplinas. Realmente es un área diferente, propia y particular, con metodologías, procesos, técnicas y hasta lenguaje propio.

De ahí que a muchos nos parezca ofensivo y perfectamente inapropiado, tratar un candidato como si fuera un producto. Yo sinceramente, no he pensado nunca la posibilidad de hablar con una pasta dental o con un cepillo de dientes, con un árbol o con una roca. Usted, amigo lector, ¿ha intentado tal exabrupto? Si la respuesta es positiva, prepárese para visitar un “loquero” o psiquiatra. Definitivamente, muy flaco favor le hacen a la democracia quienes intentan “cosificar” los seres humanos y de paso, perjudican tanto al Marketing como a la Política.

También me niego a creer que pueda referirse a los ciudadanos -a todos nosotros- como “consumidores” ya no de productos, sino de ideas, valores y creencias. Y es que no es posible trasladar el “Comportamiento del Consumidor”, al campo político, olvidando que existe un área propia de estudio e investigación denominada “Comportamiento electoral”, área importante de la ciencia política.

Tampoco se pueden excluir campos como la “Geografía Electoral”, rama de la Ciencia Política que estudia la distribución territorial del sufragio (y de la abstención) bajo el supuesto de que revela pautas sociodemográficas que influyen sobre las preferencias electorales. Imposible también dejar de lado a las “Políticas Públicas”, intencionalidades que se plasman en un programa político; ni el “Humor del Elector” que influye decisivamente en las encuestas...Y así, hay una infinidad de “detallitos” -sobre todo la Ciencia Política- que son los que hacen la diferencia entre éxito o fracaso con el Marketing Político.

El mismo lenguaje utilizado en el Marketing Político -tan cerca de los anglicismos y tan lejos de la decencia idiomática- debe ser reinventado: eso de “vender” candidatos o “comprar” presidentes hace brincar la pupila porque aparte de ser peligroso y ofensivo, contribuye a la confusión que indudablemente favorece a algunas cuantas asesorías de imagen ya prefabricadas.

Y es que quienes ilusamente pregonan que basta reunir mercadólogos y politólogos para asesorar campañas políticas, propician una verdadera torre de Babel cual enredado galimatías de definiciones, conceptos y lenguajes, dando origen a contundentes fracasos. Similar peligro corren aquellos ingenuos candidatos que se dejan asesorar por ciertos seudo expertos que se atreven a reunir en una misma canasta -en forma por demás irresponsable e infantil- el marketing comercial, el político, el electoral, el de servicios, el social, el ecológico... presentando esta farsa con el engaño de que se pueden manejar con “sólo marketing”, como si todos se pudieran cortar con la misma tijera, o unir con un mismo hilo. Son estos garrafales errores los que apoyan el “marketing todero”. Evitarlo debe ser un compromiso de todo asesor profesional ético y serio.

Para obviar lo anterior, se propone el vocablo “POLITING” (3 letras iniciales de política y el gerundio “ing”) para designar este nuevo campo de estudio e investigación, que no sólo compromete a las dos disciplinas generatrices, sino que amalgama muchas otras (psicología, sociología, estadística, gerencia…) y las presenta dentro de un todo distinto, coherente y muy efectivo.

Para efectos prácticos, conviene imaginar al Politing como una locomotora que se desplaza sobre dos rieles. Para que avance, están los dos rieles: la teoría y la práctica, sobre los cuales se soporta esta disciplina. De no hacerlo así, la locomotora no avanza. Más aun, los dos rieles deben ir paralelos, de lo contrario se desequilibra y descarrila. Además, los dos deben ir perfectamente aparejados: si la teoría sobrepasa la práctica, pierde contacto con la realidad. Si la práctica es la que sobrepasa la teoría, se convierte en una entelequia. Como infancia es destino, esta etapa de cimentación y estructuración en la cual se encuentra el Politing, es decisiva para su futuro, sobre todo para evitar que se convierta en un gigante con pies de barro.

El resultado es un enriquecedor “collage” de estilos, métodos y formas de hacer, que completen esta sinfonía inconclusa, este rompecabezas incompleto del Politing, dentro de un todo coherente, entendible y efectivo, que sea verdadera alternativa profesional para el éxito electoral.

Este cambio de época implica una época de cambio pero en plena transición, la vieja forma de hacer política no ha desaparecido y la nueva todavía no se ha arraigado. Así, el experto en Politing es una mezcla de lo tradicional con lo moderno: debe conservar algunas habilidades, pero desarrollar otras nuevas, sin seguir el camino del pobre Rubén, a quien apodaban “burren”, porque nunca aprendió a hablar un nuevo idioma y el que sabía se le olvidó, de tal forma que mudo se quedó.



http://www.poblanerias.com/columnas/carlos/25320-mas-alla-del-marketing-politico.html

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