viernes

Capítulo 8: ¿Hay que ser creativo por un sueldo?

− Por más que os invito a pecha-kucha, os hago llegar la inspiración, no sale nada bueno de vosotros. Estáis robándome capital intelectual −Celia inicia la reunión sin gritos, hum, mala señal.
− Será regalando −dice Marc por lo bajo.
Francisco ha desmontado el ratón del ordenador de la sala de reuniones y limpia la bola con su toallita limpiagafas. Mariana, a su lado, dibuja a Marc en un folio, dentro de un tonel rodando.

Celia está furiosa. Invirtió en el mejor equipo creativo de la ciudad y sólo darles una silla giratoria y un sueldo, se les acaban las ideas. Pero fuera no está mucho mejor, tiempos de cambios.
− Se os ha atascado la creatividad −les dice claudicante−. Voy a mandaros a Avalok.

¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤

Berto había imaginado una enorme pizarra en la que desplegar su inagotable fantasía. A él nunca le había hecho falta un taller de creatividad ni le haría. Ya verían esos profes que se hacían llamar creativos lo que es la imaginación. Mariana pensaba en que pasara rápido y no le hicieran hablar mucho, que tenía pendiente una landing page. Francisco tenía curiosidad por el sistema digital que utilizarían, mientras que Marc soñaba con su fama por desvelar.

Pero lo que había en esa blanca sala era una mesa redonda y unas pastillas de plastilina. Berto se gira en redondo, incrédulo, mientras Roberto aparece en la sala y desprecinta las pastillas.
− Hola, soy Roberto y voy a sentarme dos horas con vosotros en las que podemos perder el tiempo. Así que relajaos, ahora traemos té, y os animo a modelar en plastilina lo que os apetezca.

¿Jugar? Es eso, piensa Berto, ¡yupi! Y empieza a dar forma a un balón de fútbol. Mariana busca en su bolso una lima de uñas que le ayude a modelar. Francisco sostiene una pastilla en sus manos y la mira reconcentrado. Marc espera a ver qué hacen los demás.

− ¿Trabajáis en la misma área? −les pregunta Roberto−. No, yo no −aclara Francisco−. Yo tengo que controlar todo en la sala de ordenadores. −No debes de ser muy popular entre tus compañeros… −le deja caer Roberto. Francisco le mira sin entender: −¡pero si les ayudo en todo! ¡No podrían trabajar sin mí! −Jua, jua , jua, se despanzurran los demás. Francisco se enfada y aprieta la plastilina con su puño.

Mariana lima el cierre de un candado al que ha escrito la marca Nonstop. −Para abrirlo y largarte, me parece −le comenta Roberto. −Está bien perder el tiempo, pero tengo mejores cosas que hacer −le contesta Mariana abiertamente. −¿Mejor que permitirte un rato creativo? −insiste Roberto. −Mi vida está llena de ellos, gracias. −Pero no tú trabajo, quizás. Me parece que eres de los que sólo crean de verdad cuando les da la gana −concluye Roberto de forma amable. Mariana lo mira escrutadora, sin saber bien qué pensar de este comentario.

Francisco sigue enfurruñado, de manos caídas. Su churro deforme de plastilina yace abandonado sobre la mesa. Berto lo utiliza como portería para su aboñigado balón de fútbol, que se alisa más con cada chute. Mete un gol, que celebra con grandes aspavientos. −Ponle la portería más difícil −anima Roberto a Francisco a participar. Éste sonríe ladino y estrecha el cerco de su plastilina. Duda y coge otra pastilla, a la que empieza a dar forma de cueva.

Mientras Marc ha empezado a hacer un monigote, como una galleta de mazapán −Me parece que te lo comerías ahora mismo −le comenta Roberto, divertido. −Jamás me comería a mi amigo −le contesta, entre ofendido y bromista−, pero te invito a probarlo. −¿A quién te comerías, de tu trabajo? −le pregunta entonces Roberto. Marc se queda perplejo y mira de reojo a los demás. Todos lo observan.

− En realidad, a todos. Nunca me hacen caso −responde Marc verdaderamente afligido. Mariana cambia su candado por una mariposa y se la pone sobre el hombro.

Sois bien diferentes −exclama Roberto− y he de decir que con muchas virtudes. Si os plantearais jugar, experimentar más entre vosotros, haríais un gran equipo.

Francisco ha acabado ya su portería y la coloca en la mesa, frente al balón de Berto. Todos observan el ingenioso sistema por el que un simple balonazo hará caer una cubierta que cierre la portería, atrapando al balón en su interior.


http://www.lablogserie.com/?p=200

No hay comentarios: