sábado

La creatividad y el mito del “Eureka!”

Siguiendo con esta serie de posts sobre la creatividad, en esta ocasión quiero hablar sobre un segundo mito. Este está emparentado con el anterior en la medida en que también supone que las ideas novedosas llegan repentinamente. Pero en este caso lo que quiero discutir es el rol de nuestra experiencia previa en el “salto”, la imagen de “la lamparita” encendiéndose sobre nuestra cabeza en una suerte de ruptura repentina con nuestro conocimiento pasado.

Consideremos los siguientes problemas:

1) Ayer, antes de dormir, apagué la luz y me metí en la cama. Mi cama está a seis metros del interruptor; y sin embargo, logré llegar a la cama antes de que la habitación quedara a oscuras. Como es eso posible?

2) Juan y su hijo Martín de 8 años salen en auto desde Buenos Aires hacia Mar del Plata. En el camino sufren un terrible accidente, donde el padre muere y el niño queda seriamente herido. Ante la imposibilidad de tratar sus heridas en el lugar del accidente, deciden trasladarlo de nuevo a Buenos Aires para ser operado por la mayor eminencia en ese tipo de cirugías. Cuando el niño llega a la sala de operaciones, los médicos del lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión.

Finalmente, uno de los médicos le pregunta: –¿Cree que podrá salvar al nene?

Y obtiene la siguiente respuesta: –¡Haré todo lo que pueda… Él es mi hijo!

Este tipo de problemas parece resolverse de repente. Si nos mantenemos atados a nuestra experiencia previa, todo parece indicar que la situación es imposible. Pero el problema estriba en dejar de lado supuestos implícitos que provienen precisamente de nuestro conocimiento pasado.

La respuesta al primero es sencillamente que cuando me acosté todavía era de día. Nuestro conocimiento previo con respecto a que uno duerme de noche resulta una dificultad a la hora de buscar la respuesta. El segundo es más duro: en nuestra sociedad machista tendemos a pensar a un eminente cirujano como un hombre, no una mujer. Quien va a operarlo es la madre.

El punto a pensar, entonces, es: ¿Cuál es el rol de la experiencia previa en la creatividad?

En este sentido, la gama de teorías va desde los que afirman que “nada es nuevo”, y sostienen que lo único que el hombre puede hacer es generalizar su pasado al presente, de acuerdo a las semejanzas que encuentra; hasta otros que dicen que el hombre es capaz de dar solución a cualquier problema, sin tener ningún conocimiento del tema. Sólo hace falta mirar atentamente el problema y percibir la veradera dificultad, ya que, conocida ésta, la solución se hace trivial.

Los seguidores de esta segunda corriente afirman, incluso, que la experiencia previa perturba la obtención de soluciones al maniatar nuestra imaginación a lo que ya conocemos. En consecuencia, desde esta óptica la educación tal como la conocemos desincentiva hasta casi aniquilar la creatividad, dado que sacraliza y fija el pasado y no enseña a revisarlo, a buscar en él nuevos mensajes que nos ayuden a tener una actitud abierta hacia el futuro.

Finalmente, están los que, en una postura intermedia, afirman que el hombre es capaz de crear cosas nuevas, pero sólo en base a un uso inteligente de la información de que dispone. Enfatizan el rol de la pericia, la idoneidad, en la resolución creativa de problemas. Indudablemente, la experiencia previa resulta decisiva para discernir lo fundamental de lo accesorio, y definir mejor el problema. Nos despeja el camino.

Tomar posición sobre este tema resulta más complicado aún que en el anterior. Descartar de plano la utilidad de la experiencia previa parece imposible. No obstante, los ejemplos de las dificultades que ésta puede provocar resultan convincentes. Considero que lo más razonable es afirmar que la experiencia, el conocimiento, constituye el piso, el punto de partida; pero reconociendo que a la vez puede convertirse en un techo. Siempre es positivo “partir de un piso más elevado”, mientras que el esfuerzo consciente por evitar que resulte un techo no depende de nuestro nivel de conocimientos.

Parece que lo más razonable es intentar desarrollarnos y aprender cuanto podamos, entendiendo por aprendizaje el crecimiento de nuestra capacidad de pensar, basado en una permanente reestructuración de nuestras ideas. Esto implica oponernos al dogmatismo, en todas sus formas. Si nos permitimos no considerar nuestro conocimiento como inamovible, éste ayudar cuando deba hacerlo, y podremos evitar que perturbe en el resto de los casos.

Supongamos que nos enfrentamos a un problema para el que no hallamos una pronta solución. Podemos encararlo entonces preguntándonos:

- ¿Cuáles son los supuestos que estoy teniendo?

- ¿Puedo detectar cuáles son mis prejuicios?

- ¿Eliminar alguno de ellos, “abre nuevas alternativas”?

Teniendo siempre presente que debemos tratar por todos los medios de iniciar nuestro análisis sin preconceptos parece poco probable que nuestra experiencia se convierta en un obstáculo. En definitiva de lo que se trata es de vivir nuestra vida con una actitud de aprender cuestionando y cuestionar lo aprendido.

http://spanish.bilinkis.com/2009/10/la-creatividad-y-el-mito-del-eureka/

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